19 June 2022

Chijini

para K.C.

Adoquines de Chijini

cuesta arriba, cuesta abajo

espejados en la lluvia

mate turbio en el invierno

sonrientes cuando subo

hacia la esquina que invoca

el himno de una paz esquiva,

pesarosos cuando bajo

con el himno a mis espaldas.

 

 

En la noche yerta y sola

cebolleras desveladas

cuyas voces han callado

dejan en su ausencia oscura

un silencio vocinglero.

Cuando han pasado las bandas

que transitan todo junio,

puebla las pendientes quietas

el resonar sempiterno

de un charango que no muere,

son tutelar de estas calles.

Un vigía momificado

guarda lo que nadie roba

perros robustos e hirsutos

indiferentes al frío,

y a nuestra fraternidad

y al intruso que fui siempre

ignoran con apatía

mis retornos fantasmales.

 

Hoy que vuelvo, ya proscrito

a contemplar las ventanas

desde donde aún titilan

en mi pulso los delirios

de un postludio que jamás,

jamás debió tener fin,

releo allí la sentencia

que de la gracia me aparta

que a recordar me condena

y a revivir cada instante

de plenitud y ventura

que este invierno ha sepultado

y a ebullir en el horror

de saber que hoy son ajenos

los acordes y los ecos

los movimientos y pasos

las sonrisas y los juegos

que una vez me dio Chijini.

 


 © Agustín Fernández 2022

 

31 March 2022

¿Suena lejano?

¿Suena lejano mi canto?

no es porque me haya alejado

sino al contrario, porque amo

tu presencia, aunque no esté,

tu voz que puebla el silencio

tu mirada que en las sombras

aún alumbra mis pasos.

 

Porque pueblas, hija mía,

mis pensamientos y sueños

aunque tu manita blanca

no transpire ya en la mía

como cuando caminábamos

por la ribera del río.

 

Porque tu faz ha cambiado

de maneras que no he visto

porque han colmado tu mente

de ficciones dirigidas

que habrán quizá sacudido

los cimientos de tu afecto.

 

Por todo ello, y por más,

acaso suenen lejanas

las notas que hoy te dedico.

Si es así, que no te engañe

la muralla que han impuesto

los enemigos del alma:

 

Lo que es grande, lo que es hondo,

lo que es puro y es eterno

verás que nunca sucumbe.

Estaré lejos ahora,

pero soy tu padre siempre.     

Mientras viva, y aun después,

mis esfuerzos y trabajos

son para que tú comprendas

que no hay odio ni mentira

que más valga, ni más pueda,

que el amor y la constancia.

 

 

 

© Agustín Fernández 2022